A la playa de los muertos (Almería)
Una sirena dorada
de un mortal de enamoró:
"Madre, concédeme piernas,
siente aquí mi triste voz;
su Alma en tierra me espera,
en tu orilla está mi amor".
Y la Mar, madre serena
pero con gran corazón,
dio a la sirena dos piernas
y le advirtió:
"Hija, si hoy me abandonas,
aunque siento gran dolor,
no volveremos a vernos:
tu y yo seremos dos".
La sirena enamorada
de su madre se alejó;
llegó a la orilla dorada...
Y antes de posar sus piernas
a su Madre Mar miró:
"¡Madre!-gritó con el Alma-
no está aquí, ya se marchó".
Mas su Madre no escuchaba
ya de su voz el dolor,
y la Sirena Dorada
en piedra se convirtió.
Y hoy aún en su mirada
se puede oir su pasión;
pasión de Alma encantada,
pura, limpia, Alma de Amor,
de una Sirena Dorada
que la Mar abandonó
buscando un Alma anhelada
que la piedra le entregó.
La Sirena transformó sus piernas en una gran piedra que hoy se adentra en el Mar, donde sus hermanas sirenas reposan de cuando en cuando sintiendo, en lo más profundo de sus corazones, el Alma de una mágica sirena de piedra.
Sus lágrimas de piedra formaron una tranquila orilla. Hoy yo descanso sobre ellas.
Almería, julio 2000
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