- “ Aloooo…” Una voz inconfundible llega en respuesta a un “hola” inesperado. Y en su butaca sencilla y señorial nos recibe Doña Carmen, mamá Carmen, tía Carmen, muzungu o Carmencita, que al final todas vienen a ser tan solo una: Carmen Giralt. Allí, en Lamu, una pequeña isla de Kenya, pasa sus días rodeada de sus siete niñas, su cocinera, su fiel Benson (que en paz descanse) y un plantel innumerable de visitas y amigos que vienen y van. Hace diez años llegó buscando un lugar, un sitio tranquilo donde alejarse de su pasado y reposar en paz su vejez; un lugar para olvidar que, finalmente, le ha ayudado a recordar, pues ahora Carmen ya no teme a nada ni a nadie. Ella es dueña y señora de su vida, de su genio y de su pequeña pensión que la mantiene a ella y a sus once de familia. A todos les sorprende esta gran dama, esta burguesa “venida a menos”, pues la vida le castigó duramente para poder premiarla después. Pero ella conserva esa elegancia, esa presencia, ese don de gentes y...
Comentarios
Namaste Cristina.
Un beso